Hasta no hace mucho tiempo (finales del siglo XIX) la gran dificultad que entrañaba realizar un diagnóstico acertado y evitar una enfermedad que no tenía causas conocidas dio lugar a una suerte de terrorismo médico consistente en que cualquier profesional podía hacer afirmaciones alocadas acerca del origen de una enfermedad y sugerir que su causa eran los hábitos del paciente, para luego prescribir desagradables tratamientos para aliviarlo.
Y aquí alcanza toda su dimensión el post de hoy. Entre esas preocupaciones destacaba una práctica especialmente reprobable, lo que en la edición de 1891 de Warren's Household Physician (Guía Warren de medicina casera) describía como autopolución u onanismo. Su descripción no tiene desperdicio:
Dificilmente existe otro vicio al que niños y jóvenes, e incluso niñas y jovencitas, sean tan adictos, y a casua del cual se echan a perder tantas constituciones, como con el vicio de la autopolución.
Los síntomas son muy numerosos, entre los principales se cuentan los dolores de cabeza, el insomnio, y la ansiedad nocturna, la indolencia, la indisposición al estudio, la melancolía, el desánimo, los olvidos frecuentes, la debilidad de la espalda y las partes íntimas, la falta de confianza en las propias capacidades, la cobardía y la incapacidad de mirar a los demás a los ojos.
Soluciones que daba para curarse, variadas igualmente: consumo de tónicos, lavado frecuente de genitales con agua fría o evitar la soledad, durmiendo con un amigo, por ejemplo.
Pero lo peor del onanismo era que anunciaba males mayores como las poluciones nocturnas o espermatorrea. En otra obra cumbre de la economía bizarra The people's common sense medical advisor (Consejos médicos de sentido común, de 1889, el Dr. R.V. Pierce comenta que dicha afición da lugar a impotencia, envejecimiento prematuro, tuberculosis, mal de San Vito, epilepsia, parálisis, debilitamiento cerebral, demencia y locura. Esta variante de la enfermedad mental rara vez se cura y a menudo desemboca en suicidio. Para evitar este espantoso final era importante vestir ropa holgada y permitir recibir inyecciones de agua helada en el intestino grueso.
Y aquí alcanza toda su dimensión el post de hoy. Entre esas preocupaciones destacaba una práctica especialmente reprobable, lo que en la edición de 1891 de Warren's Household Physician (Guía Warren de medicina casera) describía como autopolución u onanismo. Su descripción no tiene desperdicio:
Dificilmente existe otro vicio al que niños y jóvenes, e incluso niñas y jovencitas, sean tan adictos, y a casua del cual se echan a perder tantas constituciones, como con el vicio de la autopolución.
Los síntomas son muy numerosos, entre los principales se cuentan los dolores de cabeza, el insomnio, y la ansiedad nocturna, la indolencia, la indisposición al estudio, la melancolía, el desánimo, los olvidos frecuentes, la debilidad de la espalda y las partes íntimas, la falta de confianza en las propias capacidades, la cobardía y la incapacidad de mirar a los demás a los ojos.
Soluciones que daba para curarse, variadas igualmente: consumo de tónicos, lavado frecuente de genitales con agua fría o evitar la soledad, durmiendo con un amigo, por ejemplo.
Pero lo peor del onanismo era que anunciaba males mayores como las poluciones nocturnas o espermatorrea. En otra obra cumbre de la economía bizarra The people's common sense medical advisor (Consejos médicos de sentido común, de 1889, el Dr. R.V. Pierce comenta que dicha afición da lugar a impotencia, envejecimiento prematuro, tuberculosis, mal de San Vito, epilepsia, parálisis, debilitamiento cerebral, demencia y locura. Esta variante de la enfermedad mental rara vez se cura y a menudo desemboca en suicidio. Para evitar este espantoso final era importante vestir ropa holgada y permitir recibir inyecciones de agua helada en el intestino grueso.
adenda - siempre he sostenido que no es necesario invertir tantísimo dinero en nuevas tecnologías ni en la construcción de nuevas centrales nucleares, si pudiésemos aprovechar la energía generada por todos los pajilleros en los cuartos de baño a lo largo de su vida podríamos iluminar la mitad de las ciudades españolas ininterrumpidamente durante 250 años... más o menos.
Lo que yo decía y que el Dr. R.V. Pierce, avispado él y probablemente con perilla y monóculo, confirma : que el Isra y su cuadrilla de pervertidos están destinados a sufrir "envejecimiento prematuro, tuberculosis, mal de San Vito, epilepsia, parálisis, debilitamiento cerebral, demencia y locura".
ResponderEliminarLo del DEBILITAMIENTO CEREBRAL ya comienza a notarse. PROBES.
Como decía San Ignacio = "De qué es sirve ganar el mundo si perdeís vuestra alma?"
San Exuperio del Cogorcio lo reafirmó y dejó claro que los pajilleros quedarían ciegos y con la baba cayendo por las comisuras de los labios.
El científico depravado llamado Sir Aspirante for Elvis de la Pradera ya nos predijo que "somos polvo de estrellas" y no haceís caso, con lo que terminareís siendo auxiliares de la Aido en sus Madrasas de Masturbaciones Varias.
Ayy de los que siguen a la Aido. Sus huesos serán polvo en la tierra y las mozas irán a llenar sus cántaros en otras fuentes.
AMEN
!La virgen!...!Hasta donde llega los efectos de la Impotencia!...Porque no hay que ser muy linces para deducir que el tal Dr. R.V. Pierce era un impotente de tomo y lomo y además resentido.
ResponderEliminarTella, me ha dolido eso de ponerme de auxiliar de la Bibi, las comparaciones son odiosas pero si ella es ministra yo exijo, como mínimo, la presidencia de la ínsula da Barataria y la alcaldía de Gotham City.
ResponderEliminarEn cuanto al tema que hoy nos ocupa no recuerdo que santo fue (no me manejo bien con el santoral) sentenció:
"no hay coño más sano que la palma de la mano", ya ves Tella, con la iglesia topamos de nuevo.
adenda - algún día se hará justicia a esa demente de la bibi
Charne, yo añadiría que tenía algo de maricón, esa obsesión por las partes blandas se escapa a mi limitado conocimiento.
ResponderEliminarPara llegar a la locura no hace falta ser un pajillero, y eso lo demuestran los escritos del Dr. VenéReo Pierce. Tal cúmulo de sandeces sólo están ala alcance de unos pocos, como Bibi, ZP, y otro grupo de escogidos descerebrados. Locos, impotentes y sodomitas, además de envidiosos.
ResponderEliminarEl Dr. Pierce nunca pudo disfrutar del onanismo pues el tamaño de su miembro hacía imposible tal práctica y se moría de envidia viendo disfrutar a sus colegas, así que recomendaba dormir con amigos para que le pusieran mirando pa Triana, que era su única forma de disfrute, y sin nivea, que rascara bien. Seguro que ese loco usaba para tal fin la palanca de cambios del 600 y alguna estaca áspera y de buen tamaño.
Lo que nos deja ciegos y con la baba colgando son las Primas de Isra, que San Exuperio estaba muy despistado en estos temas, que con tanto rezo se olvidaba de todo lo que le rodeaba.
Concedidos ambos títulos Isra, además del de Emperador de la Atlántida, que os lo habéis ganado a pulso.
Su generosidad me abruma Aspirante, nada más y nada menos que Emperador de la Atlántida, nunca tan distinguido título tuvo persona tan apropiada para el mismo.
ResponderEliminarMe parece un acierto esa palanca del 600, nos da la pista que faltaba para resolver el enigma de la ausencia de vida inteligente en la Moncloa y en el Gobierno:
Primero se la metieron por el culo, luego se las pasaron por las narices, les obligaron a limpiarla a lametones y una vez pulcra se les arrimó unos golpes secos en la base del cráneo para acabar con las poquitas neuronas que traían de serie.
Al alcance de pocos (mis distinguidos comentaristas y yo mismo que no tengo abuela) está la tarea de desenmascarar a los sinvergüenzas desde los más diversos y "exóticos" campos del conocimiento.
AMIGOS. ISRA, CHARNE y ASPIRANTE, con invitacion para LOLA, he aquí una variante de vuestros juegos =
ResponderEliminarEl año pasado sus majestades se portaron estupendamente y me regalaron (cómo no) un vibrador... pero con mando a distancia.
Sí, con mando, como la tele, pero al darle al botoncito en vez de cambiar el partido por una peli, pasabas de la vibración continua a una muy graciosa de golpecitos, luego a otra que parecía una canción de Gloria Stephan, y de ahí a una con ritmos marciales...
Monísimo el aparato, oye... con cinco velocidades, como los coches. Tú te colocas dentro de la vagina, a modo de tampax, un huevecillo alargado (mismamente como un tampón), enciendes el control remoto y... hala, a vibrar. Pero no tardé en averiguar que había gato encerrado.
—"El caso es que no acabo de entender esto del mando, mamá. Quiero decir: si tengo el huevo puesto, ¿para qué necesito que el control funcione a una distancia de hasta 15 metros?". Atención que la pregunta tenía trampa.
—"Pandora, parece mentira, hija... ¡Es para usar en pareja!".
Y es que, no nos engañemos, el juguete está pensado para que alguien te lo encienda cuándo y dónde menos te lo esperes. Pero... ¿quién? ¿A quién le otorgas el don milagroso de provocarte un orgasmo a distancia?
Teniendo en cuenta la mala suerte que tengo últimamente con los amantes ocasionales, estoy considerando seriamente llevármelo a la oficina.
Pensé darle el mando a Julia, mi jefa que además es amiga, pero la idea desembocó en un dilema moral: si lo manipula ella y al final me corro, ¿significa eso que estoy teniendo sexo con otra mujer?
Eso por ejemplo, pero es que la cuestión no es baladí.
¿Y si se lo doy a Ramón, mi guapísimo compañero de frente? ¿Significa eso que está engañando a su mujer conmigo?
¿O a Martín Lobo...? ¿Quedaría en entredicho su declarada homosexualidad si consigue que una hembra heterosexual disfrute con sus manejos, aunque sea a distancia?
¿Debería dárselo al becario o podría considerarse acoso?
¿Y si no les digo a ninguno de qué va el asunto y dejo que algún espontáneo lo encienda...? ¿Es eso una cita a ciegas?
Si se lo paso a los chicos de mi oficina, les explico el juego y deciden turnarse para activarlo... ¿estoy teniendo sexo en grupo?
Y si además se anima Julia... ¿eso lo convierte en una orgía?
Si, finalmente, alguien se va de la lengua y nos descubren, ¿me pueden despedir por practicar el sexo en la oficina... aunque esté completamente vestida?
PANDORA
Ole, ole y ole.
ResponderEliminarIsra, de generosidad nada: reconocimiento del mérito para ostentar el cargo.
ResponderEliminarLos habitantes de Moncloa tienen 3 neuronas:
1-Para respirar
2-Para mantenerse en pie.
3-Para no cagarse en los desfiles.
A propósito de la fábula narrada por el Sr. Tellagorri:
Cuántas damiselas quisieran verse en tales tribulaciones. Seguro que este cuento se lo narró alguna religiosa con las que comparte sus oraciones nocturnas a la Trinidad.
Desde que me contaron que Mike Tyson
ResponderEliminarse la meneaba, antes de cada pelea, no me creo lo de que la paja debilita.
Que generoso eres otorgando neuronas Aspirante, en cuanto a lo del relato está claro que es monja o ha estudiado en colegio de monjas, jajajaja
ResponderEliminarPero Bwana, yo creo que no se las hacia satisfactoriamente, por dos motivos:
ResponderEliminarno le debilitaban y salía de muy mala hostia
"Yastá", no...???, o vamos a seguir???.
ResponderEliminarSola y con tanto hombre..., miedo me dais!.
Y nada..., a jugar a masturbarse que ello ni te produce granos en la cara, ni te deja sordo ni mudo, trastornado no te quedas (bueno,un poco si!!), creces al mismo ritmo y, te quedas tan a gusto y feliz!!!!.
Joooder..., mira que somos guarrindong@s!!!.
Abracitos!!!.
Con vuestro permiso Isra, dedicaré este espacio a contestar a Dña. Lola.
ResponderEliminarNada habéis de temer bella dama de esta concurrencia masculina, que jamás pretenderían forzar vuestra voluntad, aunque no seré yo quien niegue que suspiremos por conquistar vuestros favores.
Por lo demás, la masturbación no es ningún juego, sino necesidad de hembra fermosa y galana con la que solazarse, aunque reconozco que es divertido y a falta de pan buenas son tortas.
Me pongo a sus pies y beso su mano.
Sabias palabras desde el mundo de la medicina y la salud (no necesariamente relacionadas).
ResponderEliminarPues me has destrozado una "leyenda urbana", una pregunta típica del instituto era ¿cuando te "has hecho" ese grano?.
Yo creo que por esta semana ya lo dejamos Lola, que mañana toca disfrutar de la loca de Galia.
Nada pues amigo "aspirante", forzada no me siento pero si un poquito ruborizada.
ResponderEliminarAlagada me siento por ese beso, pero depié lo quiero, amigo "aspirante".
Un abrazo.
Montones de "leyendas urbanas" hay, "Isra". Pero nada..., ninguna probada!!.
ResponderEliminarAhora eso sí..., cuidado..., mucho cuidado con los artilugios e instrumentos que utilicemos que luego corremos muchos riesgos (jooooder..., en los Hospitales se vé cada una!!!). Hay que ser menos fantasioso y más prudente y utilizar las técnicas "rudimentarias" que son más sencillas y seguras.
Por cierto..., sigues luchando con los granos...???. Jejejejeeeee!!.
Un besito.
Una amiga que vive en Suiza, casada con un médico, no te puedes imaginar lo que nos pudimos reír una noche contándonos las cosas que se ha encontrado en las urgencias... te puedo asegurar que los suizos están locos.
ResponderEliminarEn cuanto a tu pregunta te diré que...
joder, llevo unos minutos intentando contestarte Lola, pero no hay forma, se me ha jodido el teclado y no puedo escribir nada
ResponderEliminarNo..., no me contestes que ya lo hicistes!. Jajajaaaaaa!!!.
ResponderEliminarNo te vayas tan lejos..., no te vayas a Suiza que sin salir del país ya nos encontramos a loc@s!!!!.
Cuídate.
Amos a ve, amos a ve. Uno tiene un accidente (un consejo Isra, de uno de tu quinta, uno ya no tiene veinte años para hacer gilipolleces en la playa), y falta unos días y cuando se recupera (no al 100%, pero bueno) se encuentra con esto. Amos, que no me enteró de naaaaa.
ResponderEliminarSolo que por lo visto me equivoque de blog y ahora lo has convertido en un lugar de sexo puro y duro. Vaya grupito jajajjaaja
Como puedes comprobar sólo se han tratado anécdotas médicas de hace tiempo... son los demás los sque desvían el tema, jeje
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