Situémonos antes, EEUU, Grangeville (Idaho), una niña de 14 años, May Pierstorff, quiere ir a ver a su abuela que vive a 75 millas de distancia, en Lewinston.
Pero había un problema, el billete costaba el equivalente a varios días de trabajo de sus padres, y en ese momento era un lujo que no podían permitirse, así que, pensando pensando, tuvieron una brillante idea; como no había nada específico que prohibiese enviar personas por correo... dicho y hecho, el 19 de febrero de 1914 se fueron a la oficina de correos, pesaron el paquete (48,5 libras, el tope máximo era de 50) y abonaron los 53 céntimos (en sellos) que costaba el franqueo (se los colocaron en el abrigo).
Hizo el viaje, cómoda y tranquilamente, en el vagón del correo, y fue entregada a su abuela por el secretario Leonard Mochel (Postal Museum).
Fuente: La aldea irreductible
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