Nunca falta quien pregunta ¿de qué se trata?. Para los que siempre necesitan preguntar, para aquellos a quienes siempre hay que decir las cosas con todas las letras, y que necesitan saber dónde posan los pies, va esto:
"La mayoría de los hombres sirve al estado, no como hombres principalmente, sino como máquinas; con sus cuerpos. Son el ejército en pie, las milicias, los celadores, los policías, las fuerzas de la ley. En muchos casos no hay ningún ejercicio libre del juicio o del sentido moral, estos hombres se ponen al mismo nivel que la madera, la tierra y las piedras; acaso tal vez puedan fabricarse hombres de madera que sirvan a los mismos fines. No inspiran más respeto que un títere o un trozo de tierra. Su valor es igual al de los perros o los caballos. Sin embargo, se les suelen considerar buenos ciudadanos. Otros (en su mayoría legisladores, políticos, juristas, ministros y funcionarios) sirven al estado principalmente con su mente, y dado que muy rara vez hacen distinciones morales, son tan proclives a servir al diablo, sin quererlo, como a Dios. Muy pocos, como los héroes, los patriotas, los mártires, los reformistas en el sentido más elevado y los hombres sirven al estado también con sus conciencias y así, necesariamente, se le oponen constantemente. Por lo general, el estado suele tratarlos como a enemigos".
Allí está la raíz de todo. Ahora comencemos por el medio, y luego sepamos el principio; el final se encargará de sí mismo... CONTINUARÁ
Pues bien, si queréis continuar con la historia sólo tenéis que comprar la obra de Harlan Ellison o pinchar aquí para descargar el PDF (aunque quien lo hizo le dio a alguna tecla que no debía, pero es lo que hay), publicada por primera vez en 1965 en la revista Galaxia y ganadora de los premios Nébula (1965) y Hugo (1966), dos de los más prestigiosos de literatura fantástica.
Ah, por cierto, ese relato es el que, para mi, ostenta el MEJOR TÍTULO DEL MUNDO de una obra literaria:
"La mayoría de los hombres sirve al estado, no como hombres principalmente, sino como máquinas; con sus cuerpos. Son el ejército en pie, las milicias, los celadores, los policías, las fuerzas de la ley. En muchos casos no hay ningún ejercicio libre del juicio o del sentido moral, estos hombres se ponen al mismo nivel que la madera, la tierra y las piedras; acaso tal vez puedan fabricarse hombres de madera que sirvan a los mismos fines. No inspiran más respeto que un títere o un trozo de tierra. Su valor es igual al de los perros o los caballos. Sin embargo, se les suelen considerar buenos ciudadanos. Otros (en su mayoría legisladores, políticos, juristas, ministros y funcionarios) sirven al estado principalmente con su mente, y dado que muy rara vez hacen distinciones morales, son tan proclives a servir al diablo, sin quererlo, como a Dios. Muy pocos, como los héroes, los patriotas, los mártires, los reformistas en el sentido más elevado y los hombres sirven al estado también con sus conciencias y así, necesariamente, se le oponen constantemente. Por lo general, el estado suele tratarlos como a enemigos".
Henry David Thoreau.
Desobediencia civil.
Allí está la raíz de todo. Ahora comencemos por el medio, y luego sepamos el principio; el final se encargará de sí mismo... CONTINUARÁ
Pues bien, si queréis continuar con la historia sólo tenéis que comprar la obra de Harlan Ellison o pinchar aquí para descargar el PDF (aunque quien lo hizo le dio a alguna tecla que no debía, pero es lo que hay), publicada por primera vez en 1965 en la revista Galaxia y ganadora de los premios Nébula (1965) y Hugo (1966), dos de los más prestigiosos de literatura fantástica.
Ah, por cierto, ese relato es el que, para mi, ostenta el MEJOR TÍTULO DEL MUNDO de una obra literaria:
¡Arrepiéntete Arlequín!, dijo el Sr. Tic-Tac
Un buen título y según para quién. Tú como eres un retorcido insuperable e irrecuperable, te ha parecido que lo de "Sr. Tic-Tac" es el no va más. Pero olvidas que ya ANAXÍMENES ( EN EL 500 a. C.) explicaba esas cosas y decía entre otras cosas que = " cómo los objetos sólidos se forman a partir del aire, introduciendo las nociones de condensación y rarefacción. Estos procesos, afirmaba, transforman el aire, en sí mismo invisible, en entidades visibles (como el agua, el fuego y las materias sólidas). Pensaba que el aire se calienta y se vuelve fuego cuando se rarifica y que se enfría y se vuelve sólido al condensarse."
ResponderEliminarYa ves Tella, yo al único Anaxímenes que conocía era el portero de la Real Sociedad Deportiva Alcalá
ResponderEliminarNo obstante comparto tu análisis al respecto.
Ya te digo Mamuma, y si te lo descargas y lo lees más todavía...
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