Para aquellos amantes de la corrección (en este caso no política) he de decir que por la premura en relatar los acontecimientos aquí expuestos ni me he preocupado en buscar si todavía es correcto la utilización del término RENFE, pues sí es cierto que a la entrada de la estación pone mu clarito ADIF, pero bueno, esto no es importante.
He de agradecerle a RENFE que un día tan aciago como un viernes (empieza el puto fin de semana, cuando toda la gentuza sale a la calle a dar por culo y a sentarse en terrazas a tomarse un vaso de agua, nunca he entendido ese interés de la gente de exponerse gratuitamente en público mientras come, muy similar a los monos en el zoo, y lo peor de todo, se llenan los centros comerciales de zombis, sí de zombis, andan absurdamente lentos, sin saber a dónde ir, deambulando por los pasillos sin bolsas, sin comprar, sólo por dar por culo por los pasillos), ¿dónde mejor está la gente de bien que disfrutando de sus trabajos?, pues eso, que gracias a RENFE por hacerme reír tanto como cuando escuchaba Gomaespuma de viaje a la facultad y, sobre todo, por hacer que la gente (muy obesa si hacemos caso a las estadísticas), al menos una vez al mes (pues lo que voy a relatar pasa más o menos una vez al mes) haga algo de ejercicio. Vamos a situarnos...
Como buen profesional que soy (además de persona seria y responsable) me siento en mi tren cinco minutos antes de que salga, todo correcto, poco a poco se va llenado, llega la hora de salida y el tren no se mueve, no hay problema, será cuestión de segundos, al fin y al cabo RENFE mantiene una puntualidad en los trenes de cercanías próxima al 100%, (¿por qué no llega al pleno? pues no porque diariamente se retrase unos segundos o incluso unos pocos minutos, no, lo que jode la media del mes son los días como hoy).
Volvemos al tren, pasan 5 minutos sobre la hora prevista, el tren se sigue llenando y algunos empiezan a inquietarse, 10 minutos, el goteo de gente continúa (si esto no sale pronto se subirá la gente a los techos de los trenes como en la India) y la espera igual, pero lo mejor está a punto de llegar, a los 13 minutos de retraso se escucha por megafonía: "Atocha, Chamartín y Príncipe Pío, vía 5", ¡pa que más!.
En ese preciso instante se les cambia la cara a casi todos (menos a uno que tenía la misma cara que una vaca cuando ve pasar un tren, se confirma que este tipo ni siente ni padece) una tensa calma recorre el vagón, la gente mirándose unos a otros al borde del colapso a ver quién es el primero en reaccionar pues casi todos se hacen la misma pregunta ¿qué hago?, de pronto un espabilado sale corriendo como alma que lleva el diablo para intentar llegar al andén de la vía 5 (calculando la distancia existente entre el punto en que nos encontramos y al que debemos llegar a coger ese tren, sobre todo sabiendo lo que tarda en llegar desde que se avisa por megafonía, nos da que sólo un especialista en la corta distancia con años de entrenamiento llegará, ¿el resto?, fallecerá en el intento por el esfuerzo necesario y la evidente falta de preparación).
¿El espectáculo?, dantesco, el tren vacío en menos de un segundo, hordas recorriendo los andenes de la estación como pollos sin cabeza (algunos llevaban enganchados a sus espaldas 3 ó 4 personas pero el subidón de adrenalina hacía que siguiesen corriendo como si nada), empujones, caídas, lesionados... no habían pasado ni cinco segundos desde la espantada cuando las señales luminosas y acústicas indican cierre de puertas y nos vamos.
Tras el espectáculo y la tensión del momento llega la calma, y con el tren prácticamente vacío (sólo nos hemos salvado los que ya conocemos el percal) e intentado evaluar los daños colaterales, he recorrido el vagón y, tal ha sido la magnitud de la estampida, que me he encontrado: 3 bragas que se han dejado algunas al salir corriendo a toda hostia, 5 tablets, 11 móviles, un par de niños llorando preguntado porqué sus madres les han abandonado, una par de maletas, y lo más sorprendente (sí, más que encontrar 3 bragas), había subido una pareja de recién casados que se iban de viaje de novios y sólo estaba ella.
Pensar en la cara de gilipollas que se les ha quedado a todos al verse corriendo como alma que lleva el diablo y, nada más iniciar la alocada huida hacia adelante, comprobar cómo se cierran las puertas del tren donde estabas y se va... NO TIENE PRECIO, sólo por eso ya ha compensado un día tan aciago como el de hoy.
Y cerramos el círculo, GRACIAS RENFE
He de agradecerle a RENFE que un día tan aciago como un viernes (empieza el puto fin de semana, cuando toda la gentuza sale a la calle a dar por culo y a sentarse en terrazas a tomarse un vaso de agua, nunca he entendido ese interés de la gente de exponerse gratuitamente en público mientras come, muy similar a los monos en el zoo, y lo peor de todo, se llenan los centros comerciales de zombis, sí de zombis, andan absurdamente lentos, sin saber a dónde ir, deambulando por los pasillos sin bolsas, sin comprar, sólo por dar por culo por los pasillos), ¿dónde mejor está la gente de bien que disfrutando de sus trabajos?, pues eso, que gracias a RENFE por hacerme reír tanto como cuando escuchaba Gomaespuma de viaje a la facultad y, sobre todo, por hacer que la gente (muy obesa si hacemos caso a las estadísticas), al menos una vez al mes (pues lo que voy a relatar pasa más o menos una vez al mes) haga algo de ejercicio. Vamos a situarnos...
Como buen profesional que soy (además de persona seria y responsable) me siento en mi tren cinco minutos antes de que salga, todo correcto, poco a poco se va llenado, llega la hora de salida y el tren no se mueve, no hay problema, será cuestión de segundos, al fin y al cabo RENFE mantiene una puntualidad en los trenes de cercanías próxima al 100%, (¿por qué no llega al pleno? pues no porque diariamente se retrase unos segundos o incluso unos pocos minutos, no, lo que jode la media del mes son los días como hoy).
Volvemos al tren, pasan 5 minutos sobre la hora prevista, el tren se sigue llenando y algunos empiezan a inquietarse, 10 minutos, el goteo de gente continúa (si esto no sale pronto se subirá la gente a los techos de los trenes como en la India) y la espera igual, pero lo mejor está a punto de llegar, a los 13 minutos de retraso se escucha por megafonía: "Atocha, Chamartín y Príncipe Pío, vía 5", ¡pa que más!.
En ese preciso instante se les cambia la cara a casi todos (menos a uno que tenía la misma cara que una vaca cuando ve pasar un tren, se confirma que este tipo ni siente ni padece) una tensa calma recorre el vagón, la gente mirándose unos a otros al borde del colapso a ver quién es el primero en reaccionar pues casi todos se hacen la misma pregunta ¿qué hago?, de pronto un espabilado sale corriendo como alma que lleva el diablo para intentar llegar al andén de la vía 5 (calculando la distancia existente entre el punto en que nos encontramos y al que debemos llegar a coger ese tren, sobre todo sabiendo lo que tarda en llegar desde que se avisa por megafonía, nos da que sólo un especialista en la corta distancia con años de entrenamiento llegará, ¿el resto?, fallecerá en el intento por el esfuerzo necesario y la evidente falta de preparación).
¿El espectáculo?, dantesco, el tren vacío en menos de un segundo, hordas recorriendo los andenes de la estación como pollos sin cabeza (algunos llevaban enganchados a sus espaldas 3 ó 4 personas pero el subidón de adrenalina hacía que siguiesen corriendo como si nada), empujones, caídas, lesionados... no habían pasado ni cinco segundos desde la espantada cuando las señales luminosas y acústicas indican cierre de puertas y nos vamos.
Tras el espectáculo y la tensión del momento llega la calma, y con el tren prácticamente vacío (sólo nos hemos salvado los que ya conocemos el percal) e intentado evaluar los daños colaterales, he recorrido el vagón y, tal ha sido la magnitud de la estampida, que me he encontrado: 3 bragas que se han dejado algunas al salir corriendo a toda hostia, 5 tablets, 11 móviles, un par de niños llorando preguntado porqué sus madres les han abandonado, una par de maletas, y lo más sorprendente (sí, más que encontrar 3 bragas), había subido una pareja de recién casados que se iban de viaje de novios y sólo estaba ella.
Pensar en la cara de gilipollas que se les ha quedado a todos al verse corriendo como alma que lleva el diablo y, nada más iniciar la alocada huida hacia adelante, comprobar cómo se cierran las puertas del tren donde estabas y se va... NO TIENE PRECIO, sólo por eso ya ha compensado un día tan aciago como el de hoy.
Y cerramos el círculo, GRACIAS RENFE
Yo me hubiese reido a carcajadas, con perdón.
ResponderEliminarJAJAJAJAJAJAJAJAJA.....................Cojonudo. Buenísimo relato o "susedido".
ResponderEliminarLástima por los niños abandonados y por la recién casada sola.
Habrás recogido esas bragas abandonadas para tu colección, siempre que se hallen en estado no contaminante.
Esto es lo mejor que te he leído en los dos últimos años.
Jajaja qué descripción, y una que creía que era por lo de los vagones sin móviles en el AVE que por lo que leo tiene a todo el mundo agradecidísimo, mira que eres bicho...
ResponderEliminarBuen finde.
TOISÓN DE ORO al mejor Informe de Terror.
ResponderEliminarY sin perdón Mamuma, que ha sido para descojonarse, y es que la gente no aprende, NO ES LA PRIMERA VEZ QUE PASA.
ResponderEliminarYa te digo Tella, si hasta yo mismo me estaba descojonando de camino al trabajo pensando en lo que iba a poner, es que ver cómo se van poniendo cada vez más y más nerviosos y mirando cada 5 segundos el reloj es muy grande.
ResponderEliminarOjiplático quedeme con lo de los niños y la recién casada, como comprenderás lo de las bragas ha quedado en un plano más que secundario (si me hubiese pillado soltero, jajajajaja...).
Y gracias hombre, es cierto que andaba un poco vago pero ¿en 2 años no hay nada aunque sea a la misma altura?, jajajajajajajajajajaja (es cierto, he de ser modesto y reconocer que me ha quedado de lujo)
Que va Maribel, ni móviles ni silencio, hasta que prohiban subir a los moros y negros (no es racismo, es cuestión de higiene y malos olores) no habrán hecho nada importante por sus clientes.
ResponderEliminarFinde en casita, que va a caer la del pulpo, jejejeje (soy el bicho que picó al tren)
D.Íñigo, cuánta razón tiene Vd. me congratuuuuuuuula su presencia "en esta humilde morada" (anda coño, como en la canción de Marco)
ResponderEliminar¡Éste es MI ISRA, si señor! Veo que vuelve Vd. por sus fueros con estos posts tan escalofriantes. Me ha recordado a mis aventuras en el metro de London, un domingo, cuando interrumpían el trayecto normal a la voz de: "¡All change!" Hasta que posteriormente me enteré significa que hay que cambiar de tren, un servidor se quedaba abandonado en el vagón hasta que venía la señora de la limpieza, una negra gorda muy simpática, por cierto.
ResponderEliminarJoder Bwana, me encuentro yo una negra gorda en el metro y estoy yo sólo... me doy por fagocitado. Se agradecen sus palabras, no por justas menos merecidas
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